(Con la arquitecta María Jesús González)
El empresario estadounidense Sheldon Adelson ha encontrado un importante rechazo social a sus planes, avalados por los gobiernos nacional y sobre todo autonómico, de instalar un complejo de casinos, hoteles y campos de golf en la provincia de Madrid, tras una calculada competición a la baja con Cataluña. Se ha cuestionado el modelo de desarrollo económico que supone, el impacto en términos del crédito que se destine a este proyecto, dejando de financiar otras actividades, o en la delincuencia fiscal y de otros tipos que fomentaría.
Pero, en el contexto de la durísima crisis económica que vive España desde hace ya cinco años, ¿cómo oponerse a cualquier proyecto que prometa la creación de decenas de miles de empleos? Si Adelson invierte varios miles de millones de euros, ¿qué decirle a las miles de personas que, como aseguran sus valedores, podrían encontrar empleo en esas instalaciones? Es cierto que la calidad de esos empleos sería mucho peor de lo que hasta ahora hemos elegido como sociedad, pero ¿no es mejor algún empleo que ninguno?
Aquí proponemos una alternativa capaz de impulsar actividades económicas que generan decenas de miles de empleos de mayor calidad, aportando beneficios reales a toda la comunidad, y que no dependen de cálculos muy discutibles sobre la afluencia de visitantes extranjeros. Nuestra alternativa se basa en una argumentación transparente, en datos públicos, y requieren recursos legislativos, fiscales y financieros iguales o menores que los que se anuncian para el proyecto del magnate norteamericano.
El eje de esta propuesta es la rehabilitación sostenible de viviendas y edificios comerciales, capaz de mejorar su eficiencia energética, su accesibilidad, y el confort de sus habitantes. Los ahorros obtenidos con estas intervenciones permiten recuperar en pocos años las inversiones realizadas por propietarios y empresas especializadas.
La rehabilitación sostenible puede reactivar un tejido productivo en parada cardiorrespiratoria como es el sector de la construcción, reorientándolo hacia un modelo de actividad intensivo en empleo especializado, sostenible en el tiempo, alejado de la especulación y centrado en la calidad y la innovación.
¿Qué cifras hay que sostengan esta propuesta? El reciente informe del Grupo de Trabajo sobre Rehabilitación calcula que esta actividad podría crear en España hasta 120.000 empleos estables y de calidad de ahora hasta 2020, en condiciones de apoyo institucional y financiero más razonables de las que exige Adelson. En la comunidad madrileña se generarían entre 25.000 y 30.000 empleos directos. Recordemos que la empresa de Adelson no alcanza los 36.000 empleos en todo el mundo, sumando los tres grandes complejos de Las Vegas, Singapur y Macao.
Pero nuestro mejor aliada es la Comunidad de Madrid, que al presentar su Plan de Rehabilitación 2009-2012 cifraba en 29.000 los empleos que podrían lograrse anualmente, dedicando a ello una inversión de 350 millones de euros en forma de subvenciones, contando con su efecto multiplicador. ¿Qué no se podría conseguir reduciendo la tributación de empresas o trabajadores, modificando restricciones legales inadecuadas, o avalando los préstamos necesarios?
¿Qué consecuencias tendrían las alternativas que se presentan a los madrileños? La rehabilitación sostenible requiere el concurso de arquitectos, aparejadores, ingenieros, instaladores de placas solares, de aislamientos, de ventanas eficientes, junto con todos los trabajos de administración empresarial asociados; igualmente importantes, con un tercio del empleo generado, serían los empleos en los fabricantes de materiales y equipos. Los edificios rehabilitados ahorrarían a los madrileños cantidades enormes de petróleo, de gas natural, de carbón, una factura de decenas de miles de millones de euros que no se enviarían al exterior, sino que permanecerían circulando en la economía madrileña y española. Para hacernos una idea, en 2011 España dedicó todos sus ingresos por turismo a pagar el petróleo que consumió. Reduciríamos además nuestras emisiones de CO2, un tercio de las cuales se producen en nuestras viviendas y edificios comerciales.
Como señala el Decreto 88/2009 de la Comunidad de Madrid, “estas actuaciones redundan en beneficios para la sociedad en general, logrando ciudades más amables con el medio ambiente, dotando a los edificios existentes de mayor eficiencia energética, y con las personas, incrementando los niveles de seguridad y de accesibilidad de las edificaciones residenciales, además de mejorar el aspecto de las mismas”. Un Decreto que tiene “como objetivo reducir los niveles de CO2 y otros gases de efecto invernadero, con una reducción en el consumo de energía y potenciar el uso de los avances tecnológicos en el sector de la edificación con respecto a la eficiencia y a la utilización de energías renovables, además de estimular la actividad del sector.”
Estamos de acuerdo con la Comunidad de Madrid: esta es la vía adecuada para cambiar nuestro modelo. Si algo ha quedado claro con el tratamiento al proyecto de Adelson es que existe voluntad por parte de los gobernantes de dedicar los recursos públicos y modificar los marcos legislativos para impulsar el empleo. Pero los recursos públicos son limitados, y tenemos que elegir con cuidado qué proyectos apoyar para la creación de empleo de calidad, y escoger siempre aquellos que cuenten con argumentos técnicos y evidencias transparentes. Con Eurovegas arriesgamos mucho, y perdemos mucho, para una rentabilidad en términos de empleos muy dudosa.
Con la rehabilitación sostenible, jugamos sobre seguro.
Eurovegas ha demostrado una vez más el contubernio clientelar existente, con el modelo de crecimiento como base económica. Estando de acuerdo con vuestra idea, creo que el resultado de los planes de rehabilitación serán otros…
Sigo con atención la evolución de la ciudad fantasma de Detroit. Es uno de los mejores ejemplos del caos que genera la ausencia de crecimiento en una sociedad que basa su estrategia de supervivencia en el modelo del crecimiento. Este modelo genuinamente occidental se ha convertido en la base de las economías emergentes y sin dudar les dará fuelle durante algunos años, aunque pensar que vamos por el camino adecuado es un claro ejercicio de procastinación.
Para seguir creando mercado, la gran apuesta de las corporaciones se basa en migración hacia las ciudades inteligentes, entornos políticamente correctos para desarrollar un mercado de productos basados en el marketing verde. Su sueño apoyado en una gran rehabilitación guiada desde los entornos oficiales, un gran plan renove con nuevos materiales sofisticados, tecnología domótica, vehículos eléctricos y grandes dosis para comprar conciencias.
Ante esta estética contemporánea de centro comercial, observamos la emergencia de otra estética underground, con clara referencia al mundo del comic y a novelas de ciencia ficción. La tribu, el reciclaje, la autoproducción, inseguridad, contaminación, la falta de recursos, que provocan creatividad, valentía, corage, evolución. Viene la estética Mad Max, postapocalíptica, post-nuclear, post-capitalista, lo cual no significa que no pueda ser rentable, incluso puede serlo mucho más que algunas viejas ideas no tan en desuso.