Viollet-le-Duc ya cargaba contra esos arquitectos que «‘involucran a individuos privados y organismos públicos, que les confían obras con enormes gastos; que no estudian los requerimientos materiales para su ejecución práctica; cuyo objetivo es más bien edificios que les darán fama que cumplir las condiciones impuestas por las necesidades y hábitos del presente […] para hacer de la arquitectura un misterio, un arte encerrado en sus métodos convencionales, que los profanos no pueden ver ni comprender, puede (es cierto) que sea el medio de conservar una especie de monopolio para los que lo detentan: pero ¿no es de temer que la iniciativa quede aislada con sus misterios?». Retraducido del inglés, así que no aseguro precisión.
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